NEIL YOUNG, COSECHA DE ORO

"HARVEST" IS TIMELESS MUSIC, A REFUGEE FOR MIND AND HEART, A CLASSIC THAT YOU SHOULD REDISCOVER FROM TIME TO TIME.

Confieso que me he pasado media vida haciendo listas. Listas como las que efectuaba John Cusack en "Alta Fidelidad" –película del 2000 basada en la novela de mismo título de Nick Hornby–; listas de discos y de canciones. A saber: "Las 25 que hay que escuchar de por vida"; "Los 10 álbumes que hay que salvar de un incendio", "Los 1000 discos que esos mediocres no conocen ni sabrán jamás que existen" o "Las 7 que sonaran en mi entierro mientras todos lloran la pérdida de un ser excepcional". Listas. Sólo una proclama del ego, que se resiste a ser ego común, a fin de poner tierra de por medio con toda la jauría de adocenados que caminan sobre la faz de la tierra. Curiosamente, admitido eso, en todas mis listas aparece Neil Young, y aparece "Harvest". Léase común denominador. Por el canadiense greñudo siento auténtica devoción. Y por "Harvest", puro amor. No pienso decir nada de este disco, pues ya todo se ha dicho sobre él, y no estoy yo aquí para enmendarle la plana a nadie. ¿Qué sentido tiene volver a apuntar que en "Harvest" están Crosby, Stills y Nash colaborando; que también participaron James Taylor, Linda Rondstadt y la Orquesta Sinfónica de Londres; que el disco catapultó a Young al estrellato, y tantas otras anécdotas y hechos?. Ninguno. Lo que sí diré es que compré mi primera guitarra en 1973, tras enamorarme de "Heart of Gold". Y que con los años adquirí tres más. Y que las cuatro las dejé de tocar al comprender que jamás lograría hacerlo con la naturalidad, sencillez y aplomo con que este hombre lo hace. Recuerdo la sensación que supuso poner el pick-up del tocadiscos a viajar a lo largo del primer surco de "Out of the Weekend"; recuerdo su ritmo contenido –puro laid back–, sincopado, que parece decir: "take it easy muchacho, escucha, esto se hace así; recuerda: estamos en el campo, ¿o tal vez necesitas un ácido para ver con claridad?". Han pasado los años. Los efectos del ácido parecen permanentes, como si me hubiera caido en la marmita de la poción mágica. Y he aceptado, qué remedio, que a cada primavera sucede un verano y un otoño. Ya no siento deseos de redimir a nadie, ni hago tantas listas. Sólo alguna que otra. Y "Harvest" sigue estando en ellas. Siempre está. Permanece ahí, a la espera, en un rincón del alma que revisito de manera inexorable cuando me harto del mundo y mi razón, para sobrevivir, me exige a gritos una dosis de pureza.




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